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Joselu coloca al Madrid en todo lo alto contra el Getafe

El delantero convierte los dos tantos y mejora el funcionamiento global del equipo blanco. Brilla Lucas y Vinicius falla ante la portería. El Getafe apenas inquieta y De Burgos da la nota.

02/01/2024. Pocos partidos en el Coliseum han resultado tan cómodos al Real Madrid, que salió de Getafe como líder en solitario. Se subió a hombros de Joselu, el delantero centro que hace que el equipo funcione como un reloj, con esa referencia que orienta el juego y libera al resto. Hizo dos tantos, uno en cada tiempo, y cedió el tercero a Vinicius, que no tuvo el día en el remate, recordando viejos tiempos. De estar fino, la goleada habría sido inevitable. El Getafe apenas tuvo más opciones que las que brindó Greenwood, con un remate al palo que pudo suponer el empate. El sufrimiento blanco vino por De Burgos, con un arbitraje pésimo. Incluido uno de los penaltis más claros del año que o bien no vio o bien decidió, con mal criterio, castigar a Brahim por no tirarse.

Los buenos entrenadores adaptan sus esquemas a la calidad de sus futbolistas. No son inflexibles, se adaptan para extraer lo mejor de sus plantillas. El Real Madrid tiene futbolistas de calidad altísima, y otros con un perfil más clásico que, sin embargo, mejoran a todo alrededor. Al primer apartado pertenece Bellingham, y ahí están sus goles gracias al ecosistema que le ha fabricado Ancelotti. Pichichi. Y al segundo pertenece Joselu, un ariete de toda la vida, que conoce el oficio de bregar con los centrales, pelear cualquier pelota sin dueño y apañárselas para acudir al remate. Todas esas virtudes quedaron impresas en el verde el Coliseum en una primera parte notable del Madrid. Remató cruzado el primer balón, aunque arrancó en fuera de juego. Amagó a Duarte para dar el paso atrás preciso con el que cabeceó un caramelo de Lucas Vázquez, digno del mejor Míchel. Enganchó otro centro atrás de Lucas, estupendo, que obligó a Soria a sacar con un paradón. Y estuvo a punto de cerrar ese primer acto sacando petróleo a una salida sin control del meta azulón. Es difícil ofrecer más en medio partido.

La referencia de Joselu cuadró además a un Madrid de rotaciones que funcionó como un reloj. Con el citado Lucas en la derecha, Valverde como extremo, Modric en la creación y Tchouaméni en el eje. El francés recordó al que anunció al llegar al Bernabéu, antes del Mundial. Controló el tráfico aéreo y terrestre, cortando cualquier balón suelto o impreciso. Estuvo omnipresente. En un buen tono general, se vio poco a Vinicius, apenas un mano a mano a pase de Nacho que atajó Soria, y Bellingham, que entró poco en juego como interior.

¿Y el Getafe? Desconocido. Intentó presionar arriba en la salida de pelota, con Djené en la medular. Vio pronto una amarilla y eso le restó energía. No remató ni una pelota Borja Mayoral, máximo realizador del torneo, pero es que apenas hubo señales de Mason Greenwood, incómodo sobre la izquierda. Una posición rara, tras brillar en el otro costado. En una carrera por izquierda salió Rüdiger como un AVE y en el choque salió dañado el alemán. Se fue al descanso cojo. Quedaban dos horas para cerrarse el mercado. Sudores fríos en el madridismo.

Dentro de lo malo, el Getafe volvió de vestuarios con desventaja mínima, así que Bordalás probó con un triple cambio que sentó bien a los azulones. Rico colocó a Gastón como marcador, Latasa entró en punta y, con Jordi Martín en la izquierda, Greenwood se fue a la derecha. El inglés pidió la pelota y amenazó con el empate. Midió a Mendy, tiró la diagonal y remató con la zurda a la base del palo. El Geta estaba más reconocible, y al Madrid le costó encontrarse de nuevo, con Camavinga en el pivote y Tchouaméni en el centro de la zaga. Cuando despertó, liquidó el partido.

Fue una arrancada de Bellingham, más activo en el segundo acto, por la izquierda. Combinó Mendy con Vinicius, metió el pase diagonal y Joselu sacó el manual del delantero: control orientado para ganar ángulo y zurdazo cruzado, abajo, a la red. Definitivo. El Madrid se desató y pudo convertir una goleada. No ocurrió porque Vinicius, que estuvo generoso en otros lances, malgastó dos increíbles. En una, acompañó a Joselu en solitario, el ariete se la dejó y Vini, tras quebrar a Soria, picó flojo y mal. En la segunda, solo, se atropelló y remató al muñeco. También pudo descontar el Getafe en un error entre Tchouaméni y Camavinga que Borja Mayoral remató, solo, al palo, tras tocar Lunin. En la continuación, Milla tiró fuera sin portero. Pero para animar el tramo final acudió De Burgos Bengoetxea, que después de fallar en algunas acciones fáciles, decidió castigar al futbolista que no se tira y no intenta engañar. Fue Brahim, que recibió un penalti clamoroso, y como intentó jugar, el árbitro vasco no pitó. Porque si no lo vio sería mucho peor, sin excusar tampoco a Jaime Latre en el VAR. Cómo sería el asunto para cabrear a Ancelotti, el día en que se pone líder con todas las de la ley. La que dicta Joselu.

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